jueves, 17 de septiembre de 2009

Mentirosos

Parece muy asumido en nuestra sociedad actual que la gente miente con su currículum. Es de esas noticias que hasta los periódicos muestran con cierta regularidad, y más ahora con el tema de la crisis y los problemas de empleo. Que te pille la mentira tu futuro jefe de personal imagino que es algo rutinario y hasta cierto punto, divertido (para los jefes, si se lo toman a guasa). Pero que te pille el bibliotecario de turno, su seguro servidor, es algo bastante triste.

Imaginen que un usuario les pide ayuda para imprimir algo (que resultará ser su CV). Le explican cómo se hace y no pilla una. Se le vuelve a explicar. Sigue in enterarse de nada, intenta algo y lo hace al revés, no ve opciones obvias que ofrece el programa, y parece ignorar las nociones más básicas de Word, Explorer o cualquier otro soft implicado. Encima, se enfada y trata de que el bibliotecario asuma las culpas de su torpeza infinita. Estamos hablando de una de esas personas que, además de no dar una, no se deja ayudar.

Y si uno acaba haciéndoselo todo, al final el currículum se imprime. Y como la impresora está delante del mostrador, uno no puede evitar leer, totalmente de pasada, algunas lineas impagables. Así se descubre que, ese usuario que acaba de demostrar que apenas sabe lo que es un ratón:
- Afirma haber hecho cursos de informática sobre todos los programas habidos y por haber. Con certificados.
- Domina Word, Excel, Access, PowerPoint, y cualquier variante de los mismos, sea soft libre o no.
- Teclea a 300 pulsaciones por minuto.
- Habla 7 idiomas.
- Es Usuario experto en Internet.

¡Lo que daría por ver según que entrevistas de trabajo!

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Apertura ígnea

El mismo compañero de ayer, en la misma biblioteca, me contó otra anécdota relacionada con fuego y llamas.

Nada más iniciar la jornada, un abuelete de los que te empujan cuando abres las puertas para entrar el primero, se dirige al compañero que está en el mostrador:

- ¡Nene, nene! ¡¡Corre, que la biblioteca está ardiendo!!

A todo esto, la persiana de cierre apenas había terminado de alzarse completamente.

- Caballero, lo que pone en el sistema de alarma, que tanto le llama la atención, es Abriendo, no Ardiendo, pero gracias igualmente.

martes, 15 de septiembre de 2009

¡Arde, monstruo!

Este mediodía, un compañero me contaba una anécdota que me ha recordado en parte a ésta que me sucedió a mí, pero bastante más salvaje.

Una usuaria acaba de devolver un par de libros con un retraso desproporcionado. Aún así, el bibliotecario comprueba que le queda uno por retornar, y se lo indica.

- ¡¡No!! ¡Ese lo quemé! - grita la usuaria.

- ¿¡Cómo dice!?

- Sí, ¡es que me hablaba!


No, no era un audiolibro...

jueves, 10 de septiembre de 2009

Silencio futbolero

Ayer, durante la última hora de apertura, noté algo raro en el ambiente. Mi sala habitual de trabajo es bastante silenciosa, pero como cualquier espacio de una biblioteca pública actual, siempre conserva un cierto ruido de fondo al que uno se acostumbra y que tiene por familiar: alguien pasando las páginas de un libro, mochilas que se abren y se cierran, conversaciones en susurros (o no), los que teclean en los terminales de Internet, el sonido de arranque del Windows Vista, etc. Pues ayer todo eso faltaba. Pasadas las ocho de la tarde, levanté la cabeza y me di cuenta de que, a efectos prácticos me había quedado solo. A las ocho y media quedaban dos usuarios con portátil, y se fueron en ese momento. A las 20:45, dos niñas de 14 años, las únicas de la sala, situadas en los ordenadores tratando de hablar en voz baja (con notable éxito, por cierto), salieron por piernas. No era normal. Lo habitual es tener que arrancar de las mesas a los dos o tres últimos que se aferran a sus portátiles y al Wi-Fi con una combinación de agua caliente y tenazas, para poder cerrar la puerta a las 9 de la noche, y no siempre con éxito.

Luego recordé que ayer había partidos de fútbol de las selecciones nacionales para la clasificación del mundial, más el Eurobasket.

Si lo de ayer es representativo, van a ser muchos días de cierre fácil.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Más sobre móviles

Cada día tengo que cantarle las 40 a un usuario, como mínimo, porque le pille hablando por el móvil. Esta práctica, sobre la cual tenemos la biblioteca completamente empapelada de carteles alusivos a ponerlo en silencio, apagarlo, etc., revela diversos grados de idiotez del usuario en cuestión, desde el que le suena a todo trapo y descuelga tan tranquilo (estos en el cine hacen lo mismo: la neurona no les da para más), hasta el que pasa desapercibido completamente hasta que lo ves al ordenar alguna estantería (el móvil estaba en silencio, sabe hablar como las personas y en voz baja, etc.). Algún día tengo que ponerme a categorizarlos, pero por ahora diré que el último tipo es el más agradecido... y que, de nuevo, me ha sorprendido el primero.

A una usuaria que se halla navegando por Internet le suena el móvil, con un volumen más que respetable (pero muy irrespetuoso). Rápidamente pone cara de avergonzada y se levanta rauda para dirigirse hacia la puerta. Eso lo hacen muchos: salen fuera, al descansillo del ascensor, para poder llevar a cabo la conversación o, si tienen más de una neurona, a indicar a quien llama que están en una biblioteca y que no pueden hablar. Normalmente, a estos no me da tiempo ni a avisarles. Pero lo de esta señora ha sido una curiosa variante. Como decía, ha salido a toda velocidad hacia la puerta; la ha abierto, ha salido fuera y, con la cabeza hacia dentro de la sala, se ha puesto a hablar en voz alta. Vamos, que no podía haberlo hecho peor, si no quería molestar. Me ha costado un poco aguantarme la risa cuando he ido hacia ella, pero creo que al final he logrado que comprendiera que sería interesante que su boca se hallase tras el cristal, ya que no parecía comprender que, ideal, lo que se dice ideal, es que el teléfono de marras no le hubiese sonado nunca.

martes, 8 de septiembre de 2009

Cine de verano

Ya se nos acaba el veranito. ¿Se aburre usted en vacaciones? Será porque quiere. Mire, mire que vasta oferta cultural... Y cerca de la playa, oiga.