martes, 13 de octubre de 2009

Obvio (2)

La biblioteca que he elegido sigue en construcción, aunque nos hallamos ya en la fase final, y yo ya trabajo para ella, pero no desde ella. Pensaba que no estar estos días cara al público, haciendo compras y redactando textos, me impediría sufrir alguna anécdota de las nuestras, pero es que ni así:

Un grupo de usuarias Garfield tratando de abrir la puerta de la biblioteca a empellones 45 minutos antes de la hora oficial de apertura.

- Parece que está cerrado.
- ¡A ver si va a ser que no está abierto!

Y lo peor es que no lo dejaron allí; cuando la menos corta de las 4 que iban se dignó a leer el horario, les dijo a las otras:

- Abren a las 10.
- ¡Pues vamos por detrás, que seguro que hay otra puerta y ya debe estar abierta!

¿Se dejan el cerebro en casa o ya no venía de serie?

viernes, 9 de octubre de 2009

Cambio radical

Tenía que haber hecho esta entrada el lunes, como muy tarde, pero me emociona demasiado el escribirla. Estoy experimentando un gran cambio laboral en mi vida. Gran parte del tiempo que he pasado en las bibliotecas públicas, he sido itinerante. Somos los que cubrimos bajas, problemas de última hora, puntas de trabajo, etc. No es que sólo nos llamen cuando se nos necesita, no. Formamos parte de la plantilla, y muchos con contrato fijo (hasta las próximas oposiciones, claro), y se nos necesita tanto que no nos falta trabajo; de hecho, a veces nos cambian el destino más de una vez el mismo día porque nos piden en todas partes y hay que hacer malabarismos con la parrilla de destinos.

Dicen que itinerar quema mucho. Tiene inconvenientes, como que el teléfono puede sonar en cualquier momento y cambiarte todos los planes o que no tienes un sitio fijo donde dejar tus cosas, y que tienes que aprender procedimientos distintos para tareas similares. Pero para los que nos gusta este puesto, tiene también sus ventajas: ves muchas maneras distintas de trabajar y aprendes de todas, conoces a muchos más compañeros que los que están siempre en la misma biblioteca y, desde luego, es mucho más difícil caer en la rutina.

De todas maneras, cuando se lleva tiempo itinerando, se agradece que te dejen una temporada en el mismo sitio, y mucho más si en ese puesto estás bien, a gusto. Yo dejé oficiosamente de itinerar en marzo de este año. Tras pensarlo mucho y rechazar algunos sitios, solicité una plaza en una biblioteca determinada, que me concedieron al poco tiempo. Pero como aún no estaba construida, he estado trabajando en otra durante 7 maravillosos meses. He aprendido mucho y lo he pasado bien. El único motivo por el que no me quedo allí es la distancia hasta casa, que me obliga a realizar 2 viajes largos al día en transporte público. No es que me moleste especialmente, pero el cambio que he pedido elimina la necesidad de ese transporte, al margen de la ilusión que genera iniciar un proyecto desde cero, viéndolo nacer y crecer.

Esta entrada constituye mi más sincero agradecimiento a las compañeras que han compartido estos últimos meses su tiempo conmigo, a la directora que tanto me ha ayudado, y a su paciencia por soportarme. Eso sí, me han llegado a conocer bien, a juzgar por la foto que pusieron en la postal de despedida:



A todas, de verdad. ¡Muchas gracias! Sabéis que no es un adiós, es hasta siempre.

sábado, 3 de octubre de 2009

Factor gato

Esto me lo contaba mi directora hace pocas horas:

- Hola, quiero una obra de teatro en la que salga un gato.


Insisto: nos faltan criterios de búsqueda en los programas.