domingo, 29 de noviembre de 2009

¡Inauguramos!

Acabo de volver de la inauguración de la biblioteca. Ha sido toda una fiesta a la que ha acudido un gran número de personas, más de las que esperábamos, que han llegado a colapsar las zonas. Vamos, que por según donde no nos podíamos ni mover. Hemos contestado dudas, preparando a la gente para hacer carnets como locos a partir de mañana y convenciendo a la gente de cosas como que las revistas expuestas no eran para llevar a casa sin más, que todo tiene su proceso.
Un resumen rápido: un éxito total. Los usuarios están ilusionados, les gusta el edificio, y nosotros encantados de ellos sonrían y sean felices.

Eso sí, tenía que pasar una anécdota. ¡La primera de esta biblio!


Una señora mayor se acerca a una compañera y le dice

- Niña, ¿un lugar para hablar?
- Cómo, ¿para hablar conmigo?
- No, nena. ¡Para hablar, con mis amigas!
- No... en un futuro tendremos club de lectura y otras actividades, pero precisamente a hablar no es a lo que se viene... Leer y...
- ¡Uy, no! ¡Si a mí leer no me gusta!


En fin... ¡bienvenidos a la Biblioteca Zona Nord!

sábado, 28 de noviembre de 2009

Dudas sobre los detalles

Las inauguraciones generan multitud de dudas y preguntas, más o menos razonables:

- "Oye, ¿y er arcarde hará un monólogo de esos?"


La gente del barrio no ha inaugurado nunca una biblioteca. Yo tampoco. Y hay dudas que no me habían pasado por la cabeza. Es lo que tiene la falta de experiencia, imagino...

viernes, 20 de noviembre de 2009

Primeras bajas

En todas las guerras hay bajas. En la nuestra particular, contra la incultura, también. No hablo de bajas de libros del catálogo, cosa que aún no hemos llevado a cabo (todo llegará), sinó de bajas físicas, de caídas en acto de servicio. Damas y caballeros: les presento la primera víctima mortal del proceso de creación de nuestra biblioteca:





Sí, un mosquito, al que el intento de aprender Euskera parece que le ha costado muy caro. No hace falta que se lo diga; el libro estaba así cuando lo hemos sacado de la caja y el mosquito está debajo del forro. Si son religiosos, recen algo por tan pequeño pero plastificado mártir. Si no lo son, no importa: simplemente, recuérdenle. Snif, snif...

Ahora pongámonos serios: vuelvan a mirar la foto. Sí, ahí, a la derecha. ¿Ven la mancha? Hagamos una posible reconstrucción de los hechos: un empleado de la Diputación de Barcelona está forrando libros para esa biblio que abrirán dentro de unos meses cuando, de repente, un atrevido mosquito se posa en el lado izquierdo del libro. Sin perder un segundo, nuestro protagonista cierra brúscamente el volúmen para acabar con el insecto de manera expeditiva. El bicho queda aplastado en ese lado izquierdo, mientras que la mancha que delata su muerte, queda en el derecho.



Y, en lugar de retirar cortesmente al mosquito, nuestro forrador (o forradora, para el caso no importa), sigue impertérrito y acaba de plastificar el exterior del diccionario sin retirar el mosquito (para qué, ¿no?). Pues ya saben: guarretes hay en todos lados, pero no todos consiguen inmortalizar su desidia. ¡Con un par!

lunes, 16 de noviembre de 2009

Profilaxis

Inconvenientes de montar una biblioteca que se halla aún en obras: polvo por todas partes, por ejemplo. Y como los libros llegaron cuando lo hicieron, y las cajas no cabían en ningún sitio, tuvimos que colocarlos en las estanterías.



Y qué mejor que plastificar la biblioteca entera para proteger nuestros tesoros.



Aquí les dejo, con unos pocos ejemplos de nuestra obra. Forrar libros vale, pero esto...

viernes, 13 de noviembre de 2009

Rellenando estanterías

Hace ya días que quería subir fotos de nuestras queridas cajas y de cómo van quedando las estanterías.

Aquí nos tenéis, abriendo las de Enciclopedias, Filosofía y Religión:



En esta podemos ver Ciencias Sociales:



Por último, una imagen de la sección de novela, con libros aún por llegar:

viernes, 6 de noviembre de 2009

¿Mala fama?

Estos días, al margen de pasear libros por la biblioteca y de presentarlos a varias estanterías distintas, hemos realizado los primeros contactos con las fuerzas vivas del barrio, para irnos conociendo. Nuestros amigos de Correos, para que nos guarden las revistas, que bastantes hemos perdido ya por haberlas mandado a una dirección equivocada; los del kiosko, para ir encargando los periódicos de cada día; los del bar nos tienen la mar de vistos de ir cada mañana a desayunar, etc. De todas estas visitas, me tiene mosqueado el hecho de que, al menos una persona de cada uno de estos sitios me ha preguntado: "¿Y los libros son todos nuevos?". No sé si es que tenemos fama de recoger todos los libros de segunda mano que nos intentan regalar, o es que creen que el fondo inicial se forma con los restos de lo que otras dan de baja. Sí que viendo el ejemplar de la anterior entrada uno lo puede llegar a pensar, pero por suerte, es una excepción.

Y el caso es que ya nos han parado por la calle con la consabida frase: "Ah, pues yo tengo muchos libros en casa; ya os los bajaré".

¡¡NOOOOOOOOO!!

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Perlas de actualidad

Cuando se decide construir una biblioteca nueva, una vez se conoce su ubicación, lo primero que se le asigna es un fondo básico de libros. Como la construcción o adaptación de un edificio suele tardar lo suyo, pueden pasar tranquilamente unos 18 ó 24 meses desde que se compran los primeros tomos hasta que éstos llegan a las estanterías.

Bien, puedo entender cierto desfase temporal que quita actualidad a algunos títulos, pero... ¿¡TANTO!?


lunes, 2 de noviembre de 2009

La dieta de la (nueva) biblioteca

¿Recuerdan las famosas chapas de "Pierda peso ahora, pregúnteme cómo"? No hace falta que digamos a quién pertenecen, ni ganas. Pero esto va a ser algo parecido.

- Apúntese usted a formar parte de una biblioteca nueva, a estrenar.

- Reciba y abra unas 800 cajas de libros, por abrir y mal repartidas.

- Abra unas 150 cada día. Coloque los libros donde cree que van. Recoloque los que venían mal indicados en la caja y que son de otra sección. Aproveche, haga kilómetros donde sólo hay metros.

- Siga abriendo, cargando y descargando, colóquese en cuclillas, tírese al suelo, pógase histérico, resople, jure en arameo.

- Cuando las tenga abiertas todas y haya colocado los 26.000 libros, reciba a las altas gerifaltes que le dirán que están en mal sitio. Muévalos.

- Cuando compruebe que en la nueva localización no caben ni con calzador, proteste, rásguese las vestiduras y recoloque de nuevo. No olvide integrar esas prácticas enciclopedias, tan ligeras ellas. Destroce algún carro (de diseño) con el peso de la cultura que transporta de acá para allá. Averigüe que el ascensor ese nuevo puede ser una trampa mortal cuando las ruedecillas de ese carro resulten tener el tamaño justo para colarse donde no deben.

- Ahora que lo tiene todo colocado y parece que cabe, y ya que ha filtrado los libros mal señalizados y los totalmente desfasados, recuerde, feliz, que aún no tiene el sello oficial y que, por tanto, no ha podido usarlo. Respire hondo. No hay dolor.


A poco que no se pase terriblemente con la comida, garantizamos un mínimo de 2 Kg por semana.