jueves, 28 de febrero de 2013

Pues casi mejor

Media tarde de uno de esos muchos días en que estamos a tope de gente. Las compañeras de préstamo tienen, como suele ser habitual, una cola de gente a la que atienden lo mejor y lo más rápido que pueden.

La puerta de cristal de la biblioteca se abre y se asoma un cani (muy cani), con unos auriculares enormes en las orejas. Sin meter más que la cabeza, grita:

- ¡¡¡Oyeeeee!!! ¡¡¿Aquí es donde no se pué gritaaaaarrr?!!

- Pueeesss... va a ser que no, no se puede gritar.

- ¡¡¡Pues entonces no entroooo!!!


Y se fue, claro.