miércoles, 12 de junio de 2013

Preferencias

La mañana transcurre relativamente tranquila, sin prisa pero sin pausa. No hay demasiados usuarios, pero el goteo no cesa. De repente, suena el teléfono; la extensión revela que se trata de la compañera del piso de abajo.

- Te llamo para que te vayas preparando. Ahora subirá un usuario que no veas cómo habla. Media hora, me ha tenido aquí. Me ha preguntado tantas cosas que ya no sabía donde meterme. Y como le falta saber todo de la planta de arriba, va para allá.

El bibliotecario cuelga y se prepara mentalmente. La compañera de la llamada no es una novata pusilánime. Lleva años y ha visto de todo. Para que diga que un usuario pregunta mucho y habla por los codos, el nivel debe estar realmente alto.

Efectivamente, al poco se abre la puerta del ascensor y sale del mismo un señor de mediana edad, que se dirige sonriente al bibliotecario.

- Disculpa, ¿éste libro?
- En esa estantería.
- ¡Gracias!

El bibliotecario piensa inmediatamente que no es el usuario que le han dicho. Estará a punto de llegar, pero desde luego no debe ser éste. Una sola pregunta, muy cortés, pero sin comentarios, sin problemas, sin añadidos... algo sucede.
El bibliotecario espera dos, tres, cuatro minutos... Nadie más se acerca al mostrador. Descuelga el teléfono y marca la extensión de la planta inferior a la suya.

- Hola, ¿el usuario ha subido ya?
- Sí, por el ascensor.
- Pues si es el que ha subido, a mí apenas me ha dicho nada.
- ¿Quée? ¡Pero si no había quien le parara!
- Ya... pues va a ser que tiene muy claras sus preferencias.
- ¿Cómo? ¿Perdón?
- Eso, que tiene muy claro lo que le gusta.
- No lo pillo...
- ¿No?
- ¡No!
- A ver, ¿ha estado más de media hora muy cerca de ti, mirándote a los ojos sin parar, sonriendo, hablando, siendo amable...?
- Sí, todo eso y más
- Vale. Pues tiene muy claras sus preferencias.

- ...
- ...


- ¡¡Argh!!
- ¡¡Eso!!