lunes, 31 de marzo de 2014

¡APAGÓN!

Un apagón siempre es algo extremadamente molesto en la sociedad del siglo XXI. Usamos electricidad para todo, y si alguna vez han visto a alguien buscar un enchufe desesperado con un cargador en la mano porque la energía de su móvil se agota, imaginen decirle que no funciona ningún enchufe en muchos metros a la redonda. Por cierto, creo que prefiero una horda de zombis a una de usuarios buscando enchufes. Los primeros son menos agresivos.

Ya les conté una vez algunas de las cosas que suceden cuando hay un corte de energía en la biblioteca, pero como no, los usuarios siempre me siguen sorprendiendo.

Hace unos días, sufrimos un apagón. Fue breve, por suerte, apenas 10 minutos sin luz, pero tuve ocasión de vivir dos experiencias ligeramente surrealistas. A saber:

1) Inquietud extrema o ignorancia supina. Tras comprobar que no había nadie atrapado en el ascensor, me dediqué a subir y bajar escaleras, porque en la biblioteca donde estaba son muy oscuras, y me temía que alguien acabara rodando hacia abajo y rompiéndose varias piezas. No fue el caso, pero en cada planta me asaltaban algunos usuarios gritando "¿¡Qué pasa?! ¿¡¡Qué pasa!!?" Pues qué va a pasar: un apagón. No nos estaba bombardeando nadie, que yo sepa.

2) Vicio. Un usuario me pregunta si puede usar un ordenador. Cuando me recupero del asombro, consigo farfullar que "estamos sin electricidad, ¿no se ve?", a lo que me responde: "¿Y esos?", señalándome los portátiles que ocupaban toda una pared con sus respectivos dueños al teclado. "¿Ha oído hablar de las baterías? ¡Existen!".


Como han visto si han leído las entradas anteriores que les he enlazado, lo del ordenador no ha cambiado nada...