martes, 23 de junio de 2009

Sillas demasiado cómodas

Una de mis compañeras sube tranquilamente a la sala de novela al inicio de la jornada. Es primera hora de la tarde, no ha entrado aún casi nadie y fuera el sol ha vaciado las calles. Su sorpresa, y susto, de hecho, es encontrarse a un ¿usuario? sentado en su silla, tras el mostrador de la planta y, aparentemente dormido. Y digo aparentemente porque sus intentos de despertarle cayeron al principio, me contaba, en saco roto. Vamos, que estaba como un tronco o había viajado al otro barrio. Ya un poco nerviosa, mi compañera gritó, algo que no hacemos precisamente por estos lugares, y entonces sí, la persona se dignó a abrir los ojos.

- Disculpe, pero en la biblioteca no se puede dormir. Además, esta silla es nuestra, de trabajo. ¿Qué hace aquí?
- Uy, perdón. Es que estaba esperando para el curso que hacen después, y como he visto que esta silla parecía más cómoda que las otras...

No, si al final nos tendremos que poner sillones de tortura, o chinchetas, como mínimo. ¿Y que la silla estuviese detrás de un mostrador en el que pone "Información" no dice nada, verdad? Ah no, claro, que los usuarios no leen, casi lo olvido.

1 comentario:

Muriel dijo...

Hola ! Sóc una de les teves "súper companyes" de la Biblio ! M'acabo de llegir les últimes entrades del blog i res, et volia saludar i dir que aquesta de la cadira i també la de la terrasseta del davant m'han fet riure sola ! Fins la propera !!! Mu...