En un nuevo capítulo de la eterna lucha de la biblioteca pública contra el mal uso de los móviles, tenía ganas de hablar del capítulo de las excusas de los usuarios para su "mal comportamiento". Ya he hablado antes de ellas, las hay muy variadas, y aunque sea pasando muy por encima, y habiendo muchas más, servidor distinguiría tres categorías principales:
- La llamada ineludible: entre el 2012 y el 2014, era muy habitual que, cuando le recriminabas a un usuario que hablaba por teléfono a voz de grito en la sala, éste te dijera que era una llamada "por un trabajo". Las bibliotecas estaban llenas de usuarios pegados como lapas a las páginas web de empleo, y con el móvil en la mano. Curiosamente, esta categoría ha manifestado un notable descenso últimamente. Igual va a ser verdad que el empleo se recupera. Otros casos son los de "es que estoy de obras en casa", "tengo un familiar enfermo" o el muy genérico y poco creíble "era una llamada importante" (¡échele más imaginación, coñe!).
- La ignorancia supina. El que te contesta "No lo sabía" cuando le dices que no puede hablar por el móvil. Al margen del sentido común (en una sala silenciosa sólo se le oye hablar a usted, a voz de grito), están los carteles en todas las plantas.
- La reina de la casa. La respuesta que motivó esta entrada del blog. Un usuario está hablando a todo volumen plantado en medio de la sala. Cuando me acerco a pegarle la bronca, me mira con cara de no entender lo que le estoy diciendo. "¿Por qué el idiota este que estaba detrás del mostrador me está dando la brasa?", parece pensar, si es que ello es posible. Cuando consigo que comprenda que debe colgar, lo hace. Baja lentamente la mano, me sigue mirando fijamente, y por fin logra articular: "Ej que man llamao..."
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