viernes, 17 de agosto de 2007

Chorizos

- "Me han robado 5 euros y la tarjeta del metro. Te lo digo como anécdota. Adiós."

Y el usuario se fue por la puerta.


Esto me lo contaba hace pocas horas un compañero, tal como le sucedió a él. Lo que pasa es que, lejos de ser una anécdota, es el pan nuestro de cada día.
En las bibliotecas se roba mucho, seguramente más de lo que puedan imaginar. Y lo peor es que muchos de esos robos se podrían evitar, porque son pueden llegar a ser francamente absurdos.

En el caso del caballero que nos ocupa, dijo que había dejado la cartera un momento sobre la mesa. Quien fuera que le robase, tuvo tiempo de ver la cartera, abrirla, hurgar, seleccionar lo que se llevaba, y volver a dejarla ahí mismo. Uno diría "¿por qué deja alguien la cartera sobre la mesa y SE VA?" Pues no lo sé, pero lo que sí les aseguro es que habitual.
Parece que existe una curiosa tendencia, por parte de los usuarios de las biblios a dejar cosas a la vista, sobre la mesa, confiadamente, como si el lugar fuese inmune al latrocinio. ¡No caerá esa breva! La gente deja de todo. El robo más habitual, por lo que yo sé y he vivido en persona, es el móvil cuando la persona va un momento al lavabo. A ver... ¿tanto cuesta llevarse algo como el móvil? ¿O el bolso? Pues debe ser que la gente se compra móviles de plomo y rellena los bolsos con escombros de hormigón, porque los dejan en la mesa o en la silla para andar 10 metros.
Otro candidato ideal es el portátil. Cada vez hay más en las bibliotecas, ahora que tenemos conexión inalámbrica de buena velocidad, por lo que, con un par de descuidos, un chorizo cualquiera puede hacer su agosto. Lo mismo vale para PDA, MP3, y otro tipo de tecnología. Venden candados para el portátil, que permiten, según el modelo, bloquearlos para que no puedan usarse, o atarlos a algo. El otro día mis compañeras de la mañana tardaron en cerrar porque un usuario había dejado un portátil "encadenado", pero encendido, y se fue tan confiado. La verdad, no sé en qué pensaba: ante algo tan fácil, lo más probable es que le hubiese desaparecido la batería o cualquier otra pieza (la mayoría están a un solo tornillo de la extracción). Otras cosas que desaparecen con cierta frecuencia son las gafas (de sol o no), bufandas, paraguas, chaquetas...
Capítulo aparte merece el exterior, que tampoco es inmune. Ahora está en boga la bicicleta, medio de desplazamiento ideal para no contaminar, hacer ejercicio, y practicar insultos nuevos contra el ayuntamiento que toque y sus ideas para los carriles-bici. ¿Pueden creer la de gente que deja la bici en la puerta y entra "un momento" a coger una novela y salir? Más de las que deberían. Y como no, pasan cosas: el otro día lo hizo un usuario... y le robaron la bici en los siguientes 10 segundos. ¡¡Cómo corría el hombre para recuperarla!! No lo consiguió. ¿Y saben lo que es verdaderamente triste? Que delante del edificio tenemos un aparcamiento para bicis enorme, y la práctica totalidad de los que hacen la tontería llevan cadenas o pitones. Ay, la pereza...

En fin, que no se confíen. Jamás. Lleven siempre lo de valor encima, tanto si van al lavabo como si es a buscar un diccionario o a preguntarnos algo. (Casi) todas las bibliotecas tienen taquillas: úsenlas. Disfruten de su estancia en nuestros pequeños templos de cultura, pero no bajen la guardia. Por favor.

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