sábado, 24 de febrero de 2007

Bibliofreaks (III) : El borracho ocasional

Tenía que ser un sábado por la tarde... Ocasionalmente, o no tanto, nos entra algún borracho. Y me refiero a alguien completamente bebido, no con alguna que otra copilla extra (de esos hay más, como en muchos sitios). En algunas bibliotecas, hay usuarios que suelen ir beodos por costumbre. Si son de los habituales, lo normal es que sean de los que eligen un sofá o un sillón, se ponen una peli y ya tienen la tarde echada. No molestan, salvo que ronquen, y el problema puede venir cuando hay que despertarlos: cuesta horrores.
El verdadero peligro es el que entra empapado en alcohol, con ganas de liarla. Noten una cosa: he mencionado que es sábado por la tarde; empapado en alcohol a las cinco PM tiene su qué. E insisto: no me refiero al carajillo o al trifásico de sobremesa. De estos, se acaba de ir uno. Hacía tiempo que no me encontraba con los de esta categoría. Alguien cuyo aliento puede usarse como combustible de motor (si no lo desintegrara antes), tremendamente agresivo, y que le ha dado por meterse con las bibliotecarias (a los chicos trataba de ignorarnos, aunque más de un insulto nos ha caído).
En ese sentido, el problema nunca somos nosotros. Nos pueden insultar lo que quieran: personalmente, con coger el teléfono y llamar a la policía ya me vuelve la sonrisa a los labios. El problemón son los otros usuarios. Como este tipo de personal se mete con todo el mundo, tarde o temprano uno o más de uno se acaba rebotando. Y eso es lo que ha estado a punto de suceder. Si una de las bibliotecarias no lo aparta, otro usuario le parte la cara. Y todo porque oía como nos insultaba a nosotros. ¿Recuerdan, eso sí, las escenas de telediario donde la policía tiene que proteger a un delicuente para que no lo linchen? Pues ha sido algo equivalente, porque el que le iba a dar pesaba, al menos, el doble y le sacaba palmo y medio.
Y hablando de la policía: la hemos llamado enseguida, claro. Lo malo es que han tardado mucho en venir. Cuando el tipo ha visto que no nos íbamos a rebotar, se ha cansado y se ha ido. Casi mejor así: me imagino la escena dentro de la biblioteca y teniendo en cuenta lo que ya gritaba, mejor que se haya marchado sin que, al final, haya pasado nada.

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