El mismo compañero de ayer, en la misma biblioteca, me contó otra anécdota relacionada con fuego y llamas.
Nada más iniciar la jornada, un abuelete de los que te empujan cuando abres las puertas para entrar el primero, se dirige al compañero que está en el mostrador:
- ¡Nene, nene! ¡¡Corre, que la biblioteca está ardiendo!!
A todo esto, la persiana de cierre apenas había terminado de alzarse completamente.
- Caballero, lo que pone en el sistema de alarma, que tanto le llama la atención, es Abriendo, no Ardiendo, pero gracias igualmente.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario