Este mediodía, un compañero me contaba una anécdota que me ha recordado en parte a ésta que me sucedió a mí, pero bastante más salvaje.
Una usuaria acaba de devolver un par de libros con un retraso desproporcionado. Aún así, el bibliotecario comprueba que le queda uno por retornar, y se lo indica.
- ¡¡No!! ¡Ese lo quemé! - grita la usuaria.
- ¿¡Cómo dice!?
- Sí, ¡es que me hablaba!
No, no era un audiolibro...
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