jueves, 10 de septiembre de 2009

Silencio futbolero

Ayer, durante la última hora de apertura, noté algo raro en el ambiente. Mi sala habitual de trabajo es bastante silenciosa, pero como cualquier espacio de una biblioteca pública actual, siempre conserva un cierto ruido de fondo al que uno se acostumbra y que tiene por familiar: alguien pasando las páginas de un libro, mochilas que se abren y se cierran, conversaciones en susurros (o no), los que teclean en los terminales de Internet, el sonido de arranque del Windows Vista, etc. Pues ayer todo eso faltaba. Pasadas las ocho de la tarde, levanté la cabeza y me di cuenta de que, a efectos prácticos me había quedado solo. A las ocho y media quedaban dos usuarios con portátil, y se fueron en ese momento. A las 20:45, dos niñas de 14 años, las únicas de la sala, situadas en los ordenadores tratando de hablar en voz baja (con notable éxito, por cierto), salieron por piernas. No era normal. Lo habitual es tener que arrancar de las mesas a los dos o tres últimos que se aferran a sus portátiles y al Wi-Fi con una combinación de agua caliente y tenazas, para poder cerrar la puerta a las 9 de la noche, y no siempre con éxito.

Luego recordé que ayer había partidos de fútbol de las selecciones nacionales para la clasificación del mundial, más el Eurobasket.

Si lo de ayer es representativo, van a ser muchos días de cierre fácil.

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