domingo, 30 de noviembre de 2014

Añadidos

Encontrar un libro subrayado mediante lápiz en una biblioteca pública es relativamente fácil. Muchos libros técnicos y de idiomas tienen los ejercicios resueltos. Se puede arreglar, pero no como para que no se note, y es un trabajo sucio. Subrayar con rotuladores luminiscentes o con bolígrafo es más llamativo, pero algo menos común.

Lo que sí que no es nada habitual, por suerte, es modificar la cubierta. Por suerte, en este caso el añadido va por encima del forro.


Pues nada, ya no es necesario leer el libro. ¡Ya tienen la respuesta!

jueves, 2 de octubre de 2014

¡Secretaria!

Mañana tranquila en el mostrador de préstamo, donde habitualmente se halla la centralita telefónica. Entra una llamada y la compañera de la sección descuelga el aparato.

- Biblioteca, ¿dígame?
- A vé, nena, que yo tengo apuntao en la agenda de vení a la biblioteca hoy. Anda, mírame a vé pa qué era, hombre...

miércoles, 16 de julio de 2014

No se asuste

En el magnífico programa La Segona hora, de RAC1, uno de sus locutores, Xavi Pérez Esquerdo, realiza "trabajos de campo" (entre otras muchas cosas), en los que llama a domicilios particulares de España para preguntar sobre algún asunto de actualidad de su zona. Cuando llama fuera de Cataluña, habitualmente incia la conversación telefónica con la frase "No se asuste, soy catalán", que no suele dejar indiferente. Las reacciones van desde lo visceral (corte radical de la llamada, insultos varios), hasta lo simpático, en lo que no deja de ser una fina ironía disfrazada de disculpa de media sonrisa.

Este tipo de humor autodestructivo es muy típico del catalán medio. Eugenio fue el gran expositor de este tipo de pullas en el propio terreno, con sus chistes de catalanes como el de la tirita o el del cine sonoro, que donde primero provocan risa en en Catalunya. Lo malo es recibir una disculpa de este tipo "en serio", que es lo que me sucedió el otro día.
Un señor mayor (muy mayor), se acercó con paso lento y algo tembloroso al mostrador en el que me hallaba. Al llegar, me soltó una perla que dudo que olvide nunca:

- No se asuste, soy andaluz, ¿sabe usted? Llevo 40 años viviendo aquí, ¿eh? y... bueno... me gustaría ver libros sobre flamenco, si no le sabe mal.

lunes, 30 de junio de 2014

Pluriempleo

Me pasan una magnífica anécdota desde una biblioteca en la que estuve hace poco:


Una compañera está en su habitual turno en el mostrador de préstamo. En ese momento no está atendiendo a nadie, así que ve claramente cómo entra un joven muy agitado.

- ¿Aquí me podéis hacer el carnet de conducir? - le pregunta. - Es que ya lo he suspendido tres veces y estoy desesperado. Y he pensado que, como aquí hacéis carnets de biblioteca, me haríais el favor de hacerme el de conducir, que si no no me lo sacaré nunca.

Reconozco que hubiera dado oro por ver la cara de la compañera. Esta es de las que agradeces que no te pasen a ti, porque no me podría aguantar la risa durante días enteros.

Lo malo es que a ver si la idea va a cuajar y acabamos expediendo también certificados médicos...

lunes, 31 de marzo de 2014

¡APAGÓN!

Un apagón siempre es algo extremadamente molesto en la sociedad del siglo XXI. Usamos electricidad para todo, y si alguna vez han visto a alguien buscar un enchufe desesperado con un cargador en la mano porque la energía de su móvil se agota, imaginen decirle que no funciona ningún enchufe en muchos metros a la redonda. Por cierto, creo que prefiero una horda de zombis a una de usuarios buscando enchufes. Los primeros son menos agresivos.

Ya les conté una vez algunas de las cosas que suceden cuando hay un corte de energía en la biblioteca, pero como no, los usuarios siempre me siguen sorprendiendo.

Hace unos días, sufrimos un apagón. Fue breve, por suerte, apenas 10 minutos sin luz, pero tuve ocasión de vivir dos experiencias ligeramente surrealistas. A saber:

1) Inquietud extrema o ignorancia supina. Tras comprobar que no había nadie atrapado en el ascensor, me dediqué a subir y bajar escaleras, porque en la biblioteca donde estaba son muy oscuras, y me temía que alguien acabara rodando hacia abajo y rompiéndose varias piezas. No fue el caso, pero en cada planta me asaltaban algunos usuarios gritando "¿¡Qué pasa?! ¿¡¡Qué pasa!!?" Pues qué va a pasar: un apagón. No nos estaba bombardeando nadie, que yo sepa.

2) Vicio. Un usuario me pregunta si puede usar un ordenador. Cuando me recupero del asombro, consigo farfullar que "estamos sin electricidad, ¿no se ve?", a lo que me responde: "¿Y esos?", señalándome los portátiles que ocupaban toda una pared con sus respectivos dueños al teclado. "¿Ha oído hablar de las baterías? ¡Existen!".


Como han visto si han leído las entradas anteriores que les he enlazado, lo del ordenador no ha cambiado nada...