lunes, 11 de agosto de 2008

Usuarios poltergeist

En el mostrador en el que me encuentro ahora mismo, nos encargamos, entre otras muchas cosas, de gestionar los libros que se piden a otras bibliotecas para que el usuario no tenga que desplazarse a las mismas. A la persona que lo pide sólo le supone un pequeño dispendio, mientras que tras el telón hay toda una maquinaria de logística que no viene al caso. El último eslabón de esa cadena supone llamar a la persona que ha realizado el pedido para avisarle de la llegada del libro en cuestión. Mi compañero estaba en esa labor cuando cuelga el teléfono, se gira y me dice:

- Y yo que pensaba que la bromita de respirar sobre el auricular ya estaba pasada de moda. Ahora mismo me han cogido el teléfono y sólo se oía respirar; eso sí, fuerte.

Yo también me he sorprendido. No en vano es una broma que parece tan vieja como el invento, y que ha salido en multitud de chistes y escenas de filmes, aunque en este caso estaba sucediendo al revés: nosotros llamábamos y la respiración la ponía el receptor.
Esto no habría pasado de una mera anécdota a olvidar si no fuese por lo sucedido un par de horas después. Entra una usuaria y con paso firme y enérgico se dirige directa a nuestro mostrador:

- ¡Hola! Creo que me habéis llamado, porque me he encontrado el teléfono descolgado cuando he llegado a casa.


¿?


- Sí, es que mi perra tiene la manía de descolgar el teléfono cuando suena, ¿sabéis? Con la pata. Y como tenía reservas de aquí me he dicho "Seguro que me han llamado de la biblio".

jueves, 7 de agosto de 2008

Difícil lectura

Esta tarde una compañera nos ha hecho reír a carcajada limpia con una anécdota que nos ha contado cuando estábamos saliendo:

Una tarde uno de los usuarios que se acerca al préstamo le suelta la siguiente frase:
- Hola. ¿Este libro, en lugar de por un año, me lo podéis dejar cuatro?

(Ya está, la broma de cámara oculta... ya me ha tocado a mí...)

- Estooooo... no, verá, son tres semanas... si lo necesita más tiempo siempre se puede renovar, claro, pero un año no...
- Uf, es que yo lo necesito más tiempo. Es que en un año a lo mejor no me lo acabo.
- Este no es tan largo. ¿Seguro que no podrá? Le puedo poner unos días más; en verano hacemos préstamos un poco más largos, pero no tanto.
- Es que mi padre no me deja leer mucho, ¿sabe? No me deja tener la luz encendida de noche.

A la inevitable pregunta sobre la edad del sujeto, la compañera nos ha contestado sin dudar: "La mía, más o menos".


Esto es, entre cuarenta y cincuenta.





Y luego dicen que somos un país con bajo índice de lectura. ¡¡Pero si tenemos al enemigo en casa!!