jueves, 19 de noviembre de 2015

No debería salir sin la bola de cristal

Un usuario se presenta ante el mostrador. Saca un USB del bolsillo y se lo enseña al bibliotecario. A mi, en este caso

. ¿Para saber si un USB funciona o no, cómo hay que hacerlo?

Como indica el título de la entrada, me he dejado la bola de cristal en casa, así que le he dicho que casi mejor inicia sesión en Internet (tenía 10 ordenadores detrás de mí), y lo comprobaba directamente. Lo mejor ha sido la expresión en el rostro del tipo "Ah, pues igual es verdad...".




PS: Es cierto que algunos USB dan problemas con algunos modelos de torres en las bibliotecas públicas. Pasa pocas veces, y en la mayoría de ocasiones lo más probable es que el USB venga dañado de casa. Por la suciedad y el estado en que encontramos algunos que se dejan los usuarios, los tratan bastante mal. Pero lo normal es que no sea algo que se vea a simple vista, a menos que el pobre pendrive tenga las tripas expuestas y colganderas.

jueves, 16 de julio de 2015

Mareando al usuario

Media tarde en una biblioteca pública de la zona alta de Barcelona. Un usuario se acerca al mostrador y pregunta por un título. El bibliotecario inicia la búsqueda y mientras el usuario le va contando que ya vino a mirar el otro día, que no estaba, etc. El bibliotecario encuentra enseguida el documento, pero ve que el usuario no se lo va a poder llevar; está prestado.

- Me sabe mal, caballero, pero tal como ya le dijeron, sigue en préstamo. ¿No quiere reservarlo? Así, cuando lo devuelvan...

- No, no, es igual, muchas gracias.

El usuario se da la vuelta y se dirige a uno de los catálogos públicos. El bibliotecario, que le ha visto la cara, se da cuenta que no se ha quedado muy convencido, pero piensa para sí que, si está buscando el mismo libro otra vez, no le va a gustar lo que va a ver. Sólo está en una biblioteca de la ciudad, ésa, y está prestado, y aparece en 4 ó 5 más de la provincia. Se puede solicitar, pero es uno de los pocos servicios sujetos a un coste, que no todo el mundo desea pagar, y tarda el doble de tiempo en llegar.

Efectivamente, el usuario, después de consultar rápidamente el catálogo, vuelve al mostrador a paso ligero.

- ¡¡Oyeeee!! ¡¡Que el libro este aparece en otras bibliotecas!! ¿¡No será el mismo libro que os lo vais pasando unas a otras, noooo!?

jueves, 30 de abril de 2015

Punto de encuentro

"Quedamos en la biblio" es una de las muchas maneras de citarse con alguien, especialmente en época de exámenes. La frase siguiente bien podría ser algo así como "Vale, el primero que llegue que coja sitio", por ejemplo. Seguro que mucha gente de la que viene, antes ha quedado así.

Pero una cosa es que la biblioteca sea un magnífico punto de reunión y otra que esté regulado dónde quedar. Lo digo porque hace pocos días un usuario se me acercó y me preguntó lo siguiente:

- Hola, es que he quedado aquí en la biblioteca. ¿Sabes dónde se suele encontrar la gente?

Lo propondré en la próxima reunión: un "punto de encuentro" bien grande pintado en el suelo...




PS: En las bibliotecas que aún tienen bar en el edificio no suele haber muchas dudas sobre el lugar de reunión...

martes, 10 de marzo de 2015

Prohibido consumir productos...

... no adquiridos en este local.

Este tipo de advertencias abundan en locales de ocio a los que va asociado cierto consumo de comida y bebida, como los cines o, como no, en los propios restaurantes.

Donde ya no sería tan normal una advertencia de este tipo es en una biblioteca pública, especialmente porque no sería algo cierto. Usted puede entrar con sus apuntes, libros, revistas, etc., y consultarlos en la biblioteca a su propio placer y criterio. Es relativamente habitual que alguien que entra con un libro propio te pregunte si hay algún problema y si te lo tiene que enseñar al entrar y al salir, eso cuando no te preguntan lo mismo respecto a la compra del súper que acaban de hacer, pero eso ya es rutina.

Lo que no es tan normal es que entre una señora mayor, te enseñe una novela de bolsillo recién comprada y te pregunte si la puede leer aquí, y que si tiene que pagar algo por hacerlo.

¡Bastante estamos pagando ya!


viernes, 30 de enero de 2015

¡Excusas y más excusas!

En un nuevo capítulo de la eterna lucha de la biblioteca pública contra el mal uso de los móviles, tenía ganas de hablar del capítulo de las excusas de los usuarios para su "mal comportamiento". Ya he hablado antes de ellas, las hay muy variadas, y aunque sea pasando muy por encima, y habiendo muchas más, servidor distinguiría tres categorías principales:

- La llamada ineludible: entre el 2012 y el 2014, era muy habitual que, cuando le recriminabas a un usuario que hablaba por teléfono a voz de grito en la sala, éste te dijera que era una llamada "por un trabajo". Las bibliotecas estaban llenas de usuarios pegados como lapas a las páginas web de empleo, y con el móvil en la mano. Curiosamente, esta categoría ha manifestado un notable descenso últimamente. Igual va a ser verdad que el empleo se recupera. Otros casos son los de "es que estoy de obras en casa", "tengo un familiar enfermo" o el muy genérico y poco creíble "era una llamada importante" (¡échele más imaginación, coñe!).

- La ignorancia supina. El que te contesta "No lo sabía" cuando le dices que no puede hablar por el móvil. Al margen del sentido común (en una sala silenciosa sólo se le oye hablar a usted, a voz de grito), están los carteles en todas las plantas.

- La reina de la casa. La respuesta que motivó esta entrada del blog. Un usuario está hablando a todo volumen plantado en medio de la sala. Cuando me acerco a pegarle la bronca, me mira con cara de no entender lo que le estoy diciendo. "¿Por qué el idiota este que estaba detrás del mostrador me está dando la brasa?", parece pensar, si es que ello es posible. Cuando consigo que comprenda que debe colgar, lo hace. Baja lentamente la mano, me sigue mirando fijamente, y por fin logra articular: "Ej que man llamao..."