Una usuaria se dirige al mostrador:
- ¿Cuándo se va el sol?
- ¿Perdón?
- Ay, disculpa... ¿a qué hora cerráis hoy?
miércoles, 3 de agosto de 2016
domingo, 31 de julio de 2016
Usuarios guarros
Definición con una
sola imagen:
La
"papelera" es un contenedor de papel reciclado, de algo más de 1'2 m
de alto, donde se ve de todo menos papel. Menos mal que en la biblioteca no se
puede comer ni beber, porque parece el contenedor de basura de la salida de un
parque o una playa. Además de no cumplir
las normas, guarr@s. Porque "pillar" a alguien comiendo o bebiendo es
algo que forma parte de la rutina diaria. Los hay que saben disimular muy bien,
y los que se montan la merienda en la mesa sin ningún problema. Normalmente no
suele haber mucho follón con el tema: al que se le dice, guarda lo suyo y
normalmente espera que no mires para atacar otra vez cuando pueda. Pero entre
que estamos en época de exámenes, la edad media de los usuarios baja en picado
(a más jóvenes más comen: la estadística no la he hecho yo, pero la veo a
diario) y que la pobre "papelera"está medio oculta al fondo de la
sala... En fin.
Ah, la imagen es de
un mediodía, así que "eso" es el "fruto" de una sola
mañana, cuando viene menos gente...
sábado, 28 de mayo de 2016
Heliodoro el Católico
En una biblioteca pública damos todo tipo de respuestas a las más variadas preguntas, pero si son lectores veteranos de este blog, seguramente ya se habrán dado cuenta que esas respuestas no siempre son las que busca el usuario. Si no sabemos algo, les aseguro que los de mi gremio no nos lo vamos a inventar. Podemos dar información errónea por accidente, pero lo evitamos todo lo posible y, en cualquier caso, siempre podemos tratar de indicar otra fuente documental en la que buscar.
Dicho esto, y parafraseando el famoso refrán sobre los ciegos, no hay peor usuario que el que no quiere que le ayuden, por mucho que lo necesite...
Una usuaria se acerca a primera hora de la mañana con un libro bastante grande en la mano. Cuando el bibliotecario le pregunta en qué la puede ayudar, la señora abre el libro por una página en la que ya tenía el dedo, y señala una frase.
- Pues verá, yo hasta ayer pensaba que los Reyes Católicos eran Isabel y Fernando, pero ayer mi hijo se llevó este libro al cole para un trabajo, y le dijeron que aquí aparece otro que no conocía... ¿me puede usted decir quién narices es este tal "Heliodoro el Católico"?
El bibliotecario traga saliva y alucina. No es historiador, pero no hace falta serlo para saber que, como dice la señora, tanto monta monta tanto Isabel como Fernando. Pero lo que ha iniciado el sudor frío, la palidez del rostro y el agrandamiento de pupilas es ver dónde señala el dedo de la usuaria.
El libro está en inglés.
El dedo está sobre una palabra en concreto: Ferdinand.
Ferdinand...
"Fernando"...
¿¡Heliodoro!?
- Disculpe, señora, pero me temo que ahí no pone Heliodoro...
- ¡¡¿Cómo que no?!! ¡¡Claro que sí!! ¡¡Aquí pone Heliodoro!! ¡¡¡Que se lo han dicho a mi niño en el cole!!!
Bullying, esto tiene que ser bullying, piensa el bibliotecario mientras vuelve a mirar.
Ferdinand. En letra de 14 puntos, por lo menos. Pobre chaval.
- Señora, de verdad que me sabe mal, pero yo no le voy a mentir: ahí NO pone Heliodoro.
- ¡¡Que sí lo pone!! ¡¡¿Habrase visto?!! Panda de...
Y se alejó con el libro, en compañía del rey Heliodoro...
Dicho esto, y parafraseando el famoso refrán sobre los ciegos, no hay peor usuario que el que no quiere que le ayuden, por mucho que lo necesite...
Una usuaria se acerca a primera hora de la mañana con un libro bastante grande en la mano. Cuando el bibliotecario le pregunta en qué la puede ayudar, la señora abre el libro por una página en la que ya tenía el dedo, y señala una frase.
- Pues verá, yo hasta ayer pensaba que los Reyes Católicos eran Isabel y Fernando, pero ayer mi hijo se llevó este libro al cole para un trabajo, y le dijeron que aquí aparece otro que no conocía... ¿me puede usted decir quién narices es este tal "Heliodoro el Católico"?
El bibliotecario traga saliva y alucina. No es historiador, pero no hace falta serlo para saber que, como dice la señora, tanto monta monta tanto Isabel como Fernando. Pero lo que ha iniciado el sudor frío, la palidez del rostro y el agrandamiento de pupilas es ver dónde señala el dedo de la usuaria.
El libro está en inglés.
El dedo está sobre una palabra en concreto: Ferdinand.
Ferdinand...
"Fernando"...
¿¡Heliodoro!?
- Disculpe, señora, pero me temo que ahí no pone Heliodoro...
- ¡¡¿Cómo que no?!! ¡¡Claro que sí!! ¡¡Aquí pone Heliodoro!! ¡¡¡Que se lo han dicho a mi niño en el cole!!!
Bullying, esto tiene que ser bullying, piensa el bibliotecario mientras vuelve a mirar.
Ferdinand. En letra de 14 puntos, por lo menos. Pobre chaval.
- Señora, de verdad que me sabe mal, pero yo no le voy a mentir: ahí NO pone Heliodoro.
- ¡¡Que sí lo pone!! ¡¡¿Habrase visto?!! Panda de...
Y se alejó con el libro, en compañía del rey Heliodoro...
lunes, 29 de febrero de 2016
Desaprovechados
Uno de los muchos usuarios que está pasando por el mostrador del bibliotecario esa tarde, realiza una pregunta que, no por ser rutina, es menos inquietante:
- ¿Para sacar el carnet para tener WiFi y esas cosas?
"Esas cosas" es el acceso a más de 2 millones de documentos en más de 200 bibliotecas distintas, y eso sólo para empezar. Porque esas cifras son sólo para la provincia de Barcelona, y el carnet puede activarse para las 4 provincias de Catalunya. Sumen, multipliquen y asómbrense.
"Esas cosas" es un conjunto de descuentos permanentes en las entradas de museos, centros culturales, teatros e incluso algunos cines.
"Esas cosas" es el acceso a cursos gratuitos de informática y móviles.
"Esas cosas" es la descarga gratuita de audiolibros y el préstamo de libros electrónicos.
"Esas cosas" es el acceso a un tutor informático un mínimo de dos días a la semana, y el poder gozar de un servicio de impresora inmediato, eficaz y barato.
"Esas cosas"... en fin, creo que ya ven por dónde voy. Que sí, que el acceso a una red inalámbrica es una necesidad ineludible y se ha convertido en el gran atractor de usuarios, pero es que el desprecio duele, aunque provenga del desconocimiento.
- ¿Para sacar el carnet para tener WiFi y esas cosas?
"Esas cosas" es el acceso a más de 2 millones de documentos en más de 200 bibliotecas distintas, y eso sólo para empezar. Porque esas cifras son sólo para la provincia de Barcelona, y el carnet puede activarse para las 4 provincias de Catalunya. Sumen, multipliquen y asómbrense.
"Esas cosas" es un conjunto de descuentos permanentes en las entradas de museos, centros culturales, teatros e incluso algunos cines.
"Esas cosas" es el acceso a cursos gratuitos de informática y móviles.
"Esas cosas" es la descarga gratuita de audiolibros y el préstamo de libros electrónicos.
"Esas cosas" es el acceso a un tutor informático un mínimo de dos días a la semana, y el poder gozar de un servicio de impresora inmediato, eficaz y barato.
"Esas cosas"... en fin, creo que ya ven por dónde voy. Que sí, que el acceso a una red inalámbrica es una necesidad ineludible y se ha convertido en el gran atractor de usuarios, pero es que el desprecio duele, aunque provenga del desconocimiento.
martes, 19 de enero de 2016
La prueba del delito
Un usuario con cara de no haber dormido bien en tres años se acerca al mostrador de préstamo. Le acompaña una nube de vapor alcohólico, nada sutil y que alimenta una voz ronca y cazallera.
- ¡¡Oyeee, que no me puedo conectar a Interneeé!!
La bibliotecaria toma el DNI de las manos del usuario a la vez que traga un poco de saliva y trata de no respirar muy fuerte. La lectura del carnet revela que debe documentos.
- En su carnet hay un par de libros de ajedrez que se debían haber devuelto hace casi dos años, caballero. Por eso no le deja conectarse.
- ¿Dos años dices? Pues no puede ser, no los he cogido yo.
- ¿No?
- No. Es que por esas fechas yo estaba en la cárcel. ¡Y no sé jugar al ajedrez!
- ...
-...
- y... ¿no le dejaría el carné a nadie, no?
- No, qué va. Si de hecho lo perdí. Una movida... lo encontraron en la escena de un crimen, un asesinato creo. Lo tiene la policía judicial.
- (nyeeee, para eso no me habían preparado...) Pues nada, que debe dos libros, ¿eh?
- Vale, vale.
PS: Con permiso de la compañera a la que le sucedió esta historia. ¡Gracias!
- ¡¡Oyeee, que no me puedo conectar a Interneeé!!
La bibliotecaria toma el DNI de las manos del usuario a la vez que traga un poco de saliva y trata de no respirar muy fuerte. La lectura del carnet revela que debe documentos.
- En su carnet hay un par de libros de ajedrez que se debían haber devuelto hace casi dos años, caballero. Por eso no le deja conectarse.
- ¿Dos años dices? Pues no puede ser, no los he cogido yo.
- ¿No?
- No. Es que por esas fechas yo estaba en la cárcel. ¡Y no sé jugar al ajedrez!
- ...
-...
- y... ¿no le dejaría el carné a nadie, no?
- No, qué va. Si de hecho lo perdí. Una movida... lo encontraron en la escena de un crimen, un asesinato creo. Lo tiene la policía judicial.
- (nyeeee, para eso no me habían preparado...) Pues nada, que debe dos libros, ¿eh?
- Vale, vale.
PS: Con permiso de la compañera a la que le sucedió esta historia. ¡Gracias!
jueves, 19 de noviembre de 2015
No debería salir sin la bola de cristal
Un usuario se presenta ante el mostrador. Saca un USB del bolsillo y se lo enseña al bibliotecario. A mi, en este caso
. ¿Para saber si un USB funciona o no, cómo hay que hacerlo?
Como indica el título de la entrada, me he dejado la bola de cristal en casa, así que le he dicho que casi mejor inicia sesión en Internet (tenía 10 ordenadores detrás de mí), y lo comprobaba directamente. Lo mejor ha sido la expresión en el rostro del tipo "Ah, pues igual es verdad...".
PS: Es cierto que algunos USB dan problemas con algunos modelos de torres en las bibliotecas públicas. Pasa pocas veces, y en la mayoría de ocasiones lo más probable es que el USB venga dañado de casa. Por la suciedad y el estado en que encontramos algunos que se dejan los usuarios, los tratan bastante mal. Pero lo normal es que no sea algo que se vea a simple vista, a menos que el pobre pendrive tenga las tripas expuestas y colganderas.
. ¿Para saber si un USB funciona o no, cómo hay que hacerlo?
Como indica el título de la entrada, me he dejado la bola de cristal en casa, así que le he dicho que casi mejor inicia sesión en Internet (tenía 10 ordenadores detrás de mí), y lo comprobaba directamente. Lo mejor ha sido la expresión en el rostro del tipo "Ah, pues igual es verdad...".
PS: Es cierto que algunos USB dan problemas con algunos modelos de torres en las bibliotecas públicas. Pasa pocas veces, y en la mayoría de ocasiones lo más probable es que el USB venga dañado de casa. Por la suciedad y el estado en que encontramos algunos que se dejan los usuarios, los tratan bastante mal. Pero lo normal es que no sea algo que se vea a simple vista, a menos que el pobre pendrive tenga las tripas expuestas y colganderas.
jueves, 16 de julio de 2015
Mareando al usuario
Media tarde en una biblioteca pública de la zona alta de Barcelona. Un usuario se acerca al mostrador y pregunta por un título. El bibliotecario inicia la búsqueda y mientras el usuario le va contando que ya vino a mirar el otro día, que no estaba, etc. El bibliotecario encuentra enseguida el documento, pero ve que el usuario no se lo va a poder llevar; está prestado.
- Me sabe mal, caballero, pero tal como ya le dijeron, sigue en préstamo. ¿No quiere reservarlo? Así, cuando lo devuelvan...
- No, no, es igual, muchas gracias.
El usuario se da la vuelta y se dirige a uno de los catálogos públicos. El bibliotecario, que le ha visto la cara, se da cuenta que no se ha quedado muy convencido, pero piensa para sí que, si está buscando el mismo libro otra vez, no le va a gustar lo que va a ver. Sólo está en una biblioteca de la ciudad, ésa, y está prestado, y aparece en 4 ó 5 más de la provincia. Se puede solicitar, pero es uno de los pocos servicios sujetos a un coste, que no todo el mundo desea pagar, y tarda el doble de tiempo en llegar.
Efectivamente, el usuario, después de consultar rápidamente el catálogo, vuelve al mostrador a paso ligero.
- ¡¡Oyeeee!! ¡¡Que el libro este aparece en otras bibliotecas!! ¿¡No será el mismo libro que os lo vais pasando unas a otras, noooo!?
- Me sabe mal, caballero, pero tal como ya le dijeron, sigue en préstamo. ¿No quiere reservarlo? Así, cuando lo devuelvan...
- No, no, es igual, muchas gracias.
El usuario se da la vuelta y se dirige a uno de los catálogos públicos. El bibliotecario, que le ha visto la cara, se da cuenta que no se ha quedado muy convencido, pero piensa para sí que, si está buscando el mismo libro otra vez, no le va a gustar lo que va a ver. Sólo está en una biblioteca de la ciudad, ésa, y está prestado, y aparece en 4 ó 5 más de la provincia. Se puede solicitar, pero es uno de los pocos servicios sujetos a un coste, que no todo el mundo desea pagar, y tarda el doble de tiempo en llegar.
Efectivamente, el usuario, después de consultar rápidamente el catálogo, vuelve al mostrador a paso ligero.
- ¡¡Oyeeee!! ¡¡Que el libro este aparece en otras bibliotecas!! ¿¡No será el mismo libro que os lo vais pasando unas a otras, noooo!?
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