Esta tarde una compañera nos ha hecho reír a carcajada limpia con una anécdota que nos ha contado cuando estábamos saliendo:
Una tarde uno de los usuarios que se acerca al préstamo le suelta la siguiente frase:
- Hola. ¿Este libro, en lugar de por un año, me lo podéis dejar cuatro?
(Ya está, la broma de cámara oculta... ya me ha tocado a mí...)
- Estooooo... no, verá, son tres semanas... si lo necesita más tiempo siempre se puede renovar, claro, pero un año no...
- Uf, es que yo lo necesito más tiempo. Es que en un año a lo mejor no me lo acabo.
- Este no es tan largo. ¿Seguro que no podrá? Le puedo poner unos días más; en verano hacemos préstamos un poco más largos, pero no tanto.
- Es que mi padre no me deja leer mucho, ¿sabe? No me deja tener la luz encendida de noche.
A la inevitable pregunta sobre la edad del sujeto, la compañera nos ha contestado sin dudar: "La mía, más o menos".
Esto es, entre cuarenta y cincuenta.
Y luego dicen que somos un país con bajo índice de lectura. ¡¡Pero si tenemos al enemigo en casa!!
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