¿Se han preguntado
alguna vez cuándo caducan los buenos deseos de Año Nuevo? Sí, esos que, de tan
clásicos, ya son de chiste (lean El Jueves, por si lo dudan): apuntarse al
gimnasio, dejar de fumar, aprender inglés...
Pues precisamente el
de aprender inglés tiene fecha de caducidad demostrable: primer día después de
las vacaciones de Semana Santa.
Les cuento: las
bibliotecas públicas de Barcelona cierran siempre los cuatro días que van del
Viernes santo al Lunes de Pascua, tengan el horario que tengan. Este año,
además, han cerrado toda la semana (los 8 días), la mitad de las bibliotecas de
la ciudad, pero hayamos descansado los 4 días habituales, los 8, o los que sea,
cada año sucede lo mismo: el martes del regreso es un día fortísimo, de los de
más trabajo del año. La mayor parte del trabajo la generan los documentos que
nos devuelven: toneladas. Y ya que nos vienen a devolver cosas, ¿por qué no
llevarse otras? Total: colas largas en todos los mostradores y carros llenos de
libros a rebosar.
Libros que hay que
guardar en su lugar correspondiente en la estantería. Y de ahí mi reflexión
sobre la fecha de caducidad del aprendizaje del inglés. Hace ya muchas semanas
que, cuando me preguntan por métodos de inglés básico, algo muy habitual, me
veo obligado a responder que no nos queda nada. El aumento del paro también se
nota aquí: el tiempo libre y la necesidad de mejorar el currículum nos lleva a
intentar muchas cosas, incluyendo el tratar de aprender inglés con métodos
multimedia de esos de libro más CD, que requieren una buena dosis de
constancia. Bien, pues si la estantería de los métodos de inglés estaba que
daba penica de lo vacía que se veía, después del martes está repleta otra vez:
todo el mundo devolvió los métodos y libros de inglés que tenía prestados. Háganlo
extensible también a los métodos de alemán (que cada vez salen más), y ya saben
cuándo se acaba el fuelle de los buenos deseos.
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